gracias. Habría sido lógico que él siguiera a los otros y se fuera al templo, pero primero regresó al Señor Jesús con su sacrificio de alabanza (Salmo 107:22; Hebreos 13:15). Esto agradó al Señor más que todos los sacrificios que los otros hombres ofrecieron, aunque estuvieran obedeciendo la ley (Salmo 51:15–17). En lugar de ir al sacerdote, el samaritano se convirtió en un sacerdote, y edificó su altar a los pies de Jesús (lee Salmo 116:12–19). Al llegar a Jesús el hombre recibió algo mucho mayor
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